miércoles, 15 de mayo de 2019

El propósito eterno y los hijos de Dios Día 4

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La Palabra produce vida


Si vamos a manifestar el propósito eterno del Padre, necesitamos tomar las cosas de lo eterno. Para eso necesitamos predicar el evangelio eterno. El evangelio es eterno, algunos piensan que inició después de la cruz. El evangelio es eterno porque nace en el propósito eterno del Padre.

Las buenas nuevas fueron predicadas en Génesis a Eva, le dijeron: tu simiente va herir en la cabeza a la simiente de la serpiente; eran buenas noticias, era el anuncio de la redención y lo que Dios tenía en su propósito eterno en el evangelio. También se predica el evangelio a Abraham: en tu simiente, Cristo, serán benditas todas las familias de la tierra; él creyó y a través de eso su fe fue contada como justicia. 

Cuando lees la Biblia con naturaleza de pecado, lees condenación, produce miedo. Cuando se revela la Palabra con la naturaleza de Cristo, lo que ves es justificación, vida, amor y justicia. Vemos dos cosas diferentes, la naturaleza de Adán ve una Biblia y produce miedo, pero la de Cristo lo ve a Él desde Génesis en el árbol de la vida y termina en Apocalipsis con su revelación. La Palabra no produce muerte ni condenación, expone el evangelio eterno. La Palabra produce vida y justificación. Lo que vemos y enseñamos de la Escritura, indica el espíritu que cargamos, si el de la religión farisaica o el de Cristo.

Un ministro del evangelio, de las buenas noticias, no le dice a los hijos de Dios: «no estén tan seguros de su salvación, pueden condenarse, necesitan cumplir con una gran lista de cosas, que Dios los puede castigar, que hay condenación o un diablo que los persigue todo el tiempo por un descuido que tengan, por dejar de estar de rodillas o cualquier cosa que ellos llaman vida espiritual». Si ese ministro hace eso, es porque no es del evangelio eterno. Es un ministro de malas noticias, que enfatiza la naturaleza de Adán, es un diablo, (en el griego acusador es diablo).

No somos llamados a decir a las personas lo que eran en Adán, todos sabemos lo que fuimos en él. No se trata de enfatizar aquello que fuimos, que debería ser una vergüenza, sino debemos declarar lo que somos, la realidad del Hijo, Cristo en nosotros, lo que tenemos como herencia, eso que Él ya hizo y declara a nuestra vida, aunque los ojos no lo ven, pero Dios llama las cosas que no son como si fueran.

Génesis 22:18
18En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra,Hch. 3.25. por cuanto obedeciste a mi voz.


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